Este trabajo produce un proceso energético de muerte y resurrección a través del movimiento y el sonido. No opera como metáfora, sino que está diseñado a modo de ritual, de tal manera que se invita al público a desprenderse de aquello que ya no tenga sentido seguir sosteniendo y lanzarlo al centro para que transmute en otra forma, simplemente con la intención de la mente.
Ninguna ficción es irreal, ninguna realidad es verosímil, se escucha al final de un texto que se reproduce una y otra vez, hasta convertirse en sonido. Significa que realmente se está realizando ese ejercicio de desprendimiento, desapego y limpieza de lo expulsado por parte de todo el público, aunque resulte increíble.
Durante la coreografía atravieso una serie de estadios para elevar mi estado de conciencia y así contagiarlo al resto, que siguen el recorrido como si se tratara de una meditación, facilitando por medio del sonido la atención y la concentración. Entonces se activa nuestra dimensión energética, y producimos esa transformación de aquello que ha sido proyectado en el centro del círculo, alcanzando colectivamente un lugar corpóreo-mental sosegado.
En colaboración con Xabier Erkizia
En el marco de la exposición Dar luz al dolor
Comisariada por XXXX
Palacio del Condestable, Pamplona
